EL VERDADERO AMOR
EL VERDADERO AMOR
Hemos venido desarrollando una secuencia de temas sobre
el amor.
Entendimos que Dios es amor y que fuera de él pueden
haber muchas cosas que se le parezcan o traten de ser imitación pero ninguna va
a llenar el vacío ni la configuración de su perfecto amor. Tambien hemos
entendido que aunque puedo darme todos los gustos y todo me es permitido, debo
de negarme a mí mismo y honrar al señor por sobre todas las cosas. Por último
es necesario que reconozcamos que la mejor manera de mostrar nuestro amor a
Dios es a través del más próximo. Él
mismo nos envía a dar la vida por nuestros hermanos.
Gálatas
5.22 (a)
“Más el fruto del
Espíritu es amor... “
Una de las cosas que no todos conocen es que el Espíritu Santo
de Dios produce un fruto en nosotros. Un solo fruto que complementa nuestro
ser, el cual nos ayuda a relacionarnos de las tres áreas básicas de nuestra
vida. El carácter del amor.
I.
Para mí mismo:
Es la
actitud que mantenemos en nuestro ser interior, nuestro carácter.
a. Amor: Es
el que capacita al Hijo de Dios para que ya no experimente solo un amor filial
(amigos), sino el amor ágape (De Dios). Es el amor que permite cumplir con el
mandato de Dios de amar al enemigo (Mt. 5.43-48 / Lc. 6.27-36), que
transforma para ya no desear lo malo (Lc. 9.54) y para que no busque lo
suyo (1 Cor. 13.5).
b. Gozo
– Amor alegre: Es un estado de felicidad derivado de la unión y comunión con
Dios, o sea que solo Dios lo produce, cualquier otro estado de alegría no es el
fruto del Espíritu.
c.
Paz – Amor que reposa: El cristiano puede
experimentar la paz, porque esta fue hecha con Dios; por medio de la sangre de
Cristo (Is. 53.5 / Col. 1.20). Hemos sido justificados y tenemos paz
con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Ro. 5.1)
II. Para con los demás: Es la
actitud (carácter) que mantenemos en nuestra relación con los demás.
a. Paciencia
– amor que espera: Para que esta faceta se manifieste, es necesario pasar por
pruebas (Ro. 5.3). La palabra dice Tened
por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo
que la prueba de nuestra fe produce paciencia (Stg. 1.2-3). El resultado es el mismo que el del labrador, que
espera con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y tardía (Stg.
5.7).
b. Benignidad
– amor que comprende: Se refiere también a ser bueno, a la honradez. Es una
actitud más activa que pasiva, es decir, consiste más en hacer que en esperar;
y debemos tener presente que no nace de
la debilidad, ni tampoco es una manifestación de falta de fortaleza sino todo
lo contrario, es la fortaleza perfectamente controlada para comprender a todos,
incluso a nuestro enemigo.
c.
Bondad – amor que comparte: El Señor afirma que
el siervo más digno de elogio es el buen siervo y fiel (Mt. 25.21,23). La
recompensa recibida se debía al buen uso hecho de los talentos confiados, pero
su bondad fue manifestada en su actuación. El Señor también dice que el hombre
bueno del buen tesoro saca buenas cosas (Mt. 12.35)
III.
Para con Dios. Es la actitud que mantenemos
delante de Dios.
a. Fe –
amor que cree:
Al igual que los otros
aspectos del fruto, debe cultivarse. Es creerle a Dios (He. 11.6). Debemos actuar
en la convicción de que lo que Dios nos ha prometido, nos lo va a dar.
b.
Mansedumbre
– amor
que soporta.
Es ser manso y humilde (Mt. 11.29).
La Biblia lo
relaciona con nuestro espíritu (1 Cor. 4.21 / Gál. 6.1) y que es precioso
delante de Dios (1 Ped. 3.4). Solo Dios es capaz de discernir nuestra espíritu,
para saber realmente como sentimos en nuestro interior; cualquiera que sea
nuestra reacción externa.
Debemos ser prontos para oír
y tardos para hablar y airarnos (Stg. 1.19). La ira del hombre no
obra la justicia de Dios (Stg. 1.20). También dice la palabra
La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor (Prv.
15.1).
c.
Templanza – amor equilibrado:
Se refiere al control de sí
mismo, al equilibrio que debemos tener. Cuando el cristiano no tiene dominio
propio, su testimonio lo va a demostrar. El apóstol Pablo decía que todas las
cosas le eran lícitas, pero no todas le convenían (1 Cor. 6.12). La iglesia
de Corinto se había apartado del equilibrio (1 Cor. 11.21-22).
Conclusiones:
·
Cuando
tenemos la llenura del espíritu santo podemos expresar y disfrutar el verdadero
amor.
·
Para mostrar amor en mi vida y disfrutarlo necesito constantemente
clamar la presencia del Espíritu Santo y no dejar que se aparte de mí.
Tema impartido por: Lic. Saúl Isaias Boche Velasquez

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